Por: Adriana Romero
María fue pensada por Dios desde el principio del tiempo para ser la mujer que abre la puerta a la salvación de la humanidad, si por una mujer llega el pecado a la humanidad, por una mujer llegó la liberación del hombre. En el Génesis aparece en la promesa de victoria sobre la serpiente (el demonio), que el Señor hace a los primeros padres Adán y Eva después de que pecaron. De esta manera Dios nos da un rayo de esperanza, al decirnos que algún día llegaría un hombre, descendiente de una mujer, que vencería a la serpiente y ese hombre es Jesús.
"Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.»" (Gn 3,15)
Pero para que todo esto se cumpliera Dios necesitó de una mujer. Cuando Dios decidió salvarnos por medio de su Hijo, ya había pensado en alguien para que fuera su madre. María fue escogida y preparada por Dios, quien la preservo del pecado original, por lo tanto ella no tienen ninguna inclinación por el mal, puso en ella todas las cualidades y virtudes que un ser humano debería tener, fiel, obediente, humilde y llena de Fe, no dudo en cambiar sus planes para seguir los de Dios, dando inicio así a la salvación de la humanidad.
El pecado de Adán y Eva fue la desobediencia, María en contraste escuchó con atención, amor y profunda fe, para luego, voluntariamente obedecer a Dios, así nuestro Salvador se hizo carne en su seno y ella se hizo parte del misterio de la encarnación.
"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." (Lc 1, 38.)
La misión de María no termina con la concepción; ella es la primera en participar del proyecto del evangelio, al estar presente en toda la vida de Jesús, desde su concepción hasta su muerte. Durante la vida de Cristo siempre estuvo humildemente escuchando y cumpliendo la voluntad de Dios. De los discípulos de Jesús, María es la más perfecta, no escribió ningún libro, ni se dedicó a predicar y sin embargo es maestra y formadora de todos los cristianos a través su ejemplo de santidad. Cristo nos la deja como Madre en la persona de el apóstol Juan, mientras agonizaba en la cruz. Y ella en el papel de nuestra madre siempre esta atenta para interceder por nosotros.
Además de ser la primer persona que esta en comunión con Jesús Rey de todo el universo, al ser su madre también es Reina.
Por todo esto, ha merecido un espacio especial en nuestra Iglesia y en nuestros corazones, así en el Concilio Vaticano II nos dice “en la Santa Iglesia ocupa después de Cristo el lugar más alto y el más cercano a nosotros.” Cfr.( LG 54)
Pero el papel que Dios le asigna en nuestra salvación, no es un papel solitario, ella requiere de nuestra atención y colaboración, para imitarla y aprender a través de ella la auténtica manera de seguir a Jesús, es decir, nos enseña a escuchar su palabra y ponerla en práctica, diciéndonos: "Haced lo que Él les diga". (Jn. 2,5)
En conclusión, María es la dulce madre de el Salvador y de todos los que lo seguimos, es la señal de esperanza y el consuelo de los cristianos, y su papel en la historia es el de haber permitido con la encarnación que la salvación llegara al mundo. ¡Gracias a ella Jesús es nuestro salvador y hermano!.
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