Por: Lourdes Palencia
Sin la fe no comprenderemos la posibilidad, la naturaleza y proyecciones del diálogo con Dios.
La fe nos da la capacidad de experimentar a Cristo vivo en nuestra vida y creer realmente en la presencia amorosa del Padre, pero sin la no oración no podemos percibir toda la claridad de la fe.
Recordemos lo que nos dice el catecismo: 166 La fe es un acto personal la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios.
Tener fe es estar seguro de lo que se espera: es estar convencido de lo que no se ve (Hebreos 11,1)
La fe va más allá de la razón pues nos eleva hasta llegar a Dios que no puedo ver, más a través de la fe tengo el impulso que me conduce a reconocer a Dios como mi creador, como el Padre amoroso vivo, real, que me escucha, que quiere lo mejor para mí, que mando a su hijo para salvarme. La fe es un regalo de Dios y para tenerla hay que orar, hay que pedirla, hay que practicar ese diálogo amoroso con Jesús o con nuestro Padre Dios o con el Espíritu Santo ¡Tan solo creer que Él te está escuchando!
¿Y cómo hacerlo?
1. Practica una relación personal y amorosa con Dios: Conócelo más personalmente (medita la vida de Jesús, lee la biblia y ve hablando con Él)
2 “Busca la fe a través de la biblia: Jn 14:13 “Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Si buscas a Dios y le pides con todo el corazón que te de fe, Él nunca te rechazará.
3 Persevera y sé paciente: Generalmente queremos las cosas a nuestro tiempo y a nuestro gusto, pero debemos ser pacientes, orar, y esperar al tiempo de Dios, mientras esperas creyendo que Dios te dará la fe iras notando que algo cambia dentro de ti, abre tu corazón a Dios en todo y Él te dará la fe.
Señor, danos una fe viva, esa fe de la que tú dijiste que era capaz
de mover montañas.
Danos esa fe viva que nos haga contemplarte en todas las cosas,
Y a todas las cosas verlas también en ti.
Danos esa fe que infundiste a los apóstoles,
Que nos haga capaces de desafiar todos los elementos
que se opongan a la realización de tu voluntad y de tu gloria.
Danos aquella confianza que hacía exclamar a tu apóstol Pablo:
“Se en quien he confiado”
Y así fuertes en la fe permítenos seguir adelante hasta que rindamos la jornada, y
nos presentemos delante de ti para recibir la recompensa.
Danos también una fe muy grande que nos permita
penetrar muy profundamente en el conocimiento de tus cosas Señor.
Señor, yo creo. Pero aumenta mi fe.
Amen.
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