POR: Pbro. Usbaldo Castaño
LA NAVIDAD no se puede quedar en un acontecimiento meramente social o festivo ya que ES DON de Dios que nos regala a su Hijo Unigénito, que se hace uno de nosotros para nuestra salvación, y ES MISION ya que la encarnación del Hijo de Dios, revela a Dios a los hombres y el hombre al mismo hombre, tarea se queda en manos de la Iglesia continuadora de la encarnación del Hijo de Dios en la historia, así la misión de la iglesia es revelar en Cristo, el hombre la mismo hombre.
La iglesia revela el hombre al hombre en Cristo:
El misterio de la encarnación de Cristo, sacramento del Padre, es una referencia fundamental para la Iglesia, sacramento de Cristo, ella continúa en la historia, la encarnación del hijo único de Dios, mediante la acción salvífica de Cristo. Así como en la encarnación se realiza la relación dialogal entre Dios y la humanidad, así la Iglesia es continuadora de dicho diálogo, que se caracteriza por la entrega de sí mismo, por parte de Dios, al hombre, que le da por amor a su propio hijo, así también el ser de la Iglesia y su sentido deberá tener como punto de referencia constante al hombre.
El ser de la Iglesia está basado en una antropología inspirada en una visión teológica, la del “hombre nuevo en Jesucristo”. La Iglesia en Cristo es portadora del sentido y el significado del hombre para el hombre, que le revela su destino y la comprensión de su vocación en el tiempo, la salvación, es decir la santificación.
a) La humanidad de Cristo verdadera humanidad para el hombre:
La Iglesia ofrece y anuncia a los hombres la humanidad de Cristo, en la cual subsiste el valor supremo del humanismo radical que se contrapone a todos los falsos humanismos ofrecidos al hombre en nombre de la autonomía y una supuesta libertad, desprovista de responsabilidad.
Porque el misterio de la encarnación de Cristo establece una novedad absoluta en la relación entre Dios y el hombre, la Iglesia puede expresar un sentido profundo y completo del hombre, en cuanto que en la encarnación del Hijo de Dios, ella reconoce la expresión de la máxima plenitud referida al ser humano, porque en Cristo subsiste la plenitud de la verdadera humanidad.
En Cristo se ha revelado, no sólo Dios, sino quien es el hombre para Dios y la Iglesia anuncia esta novedad, fruto de la encarnación. El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí mismo. Él es quien nos revela que Dios es amor.
b) La Iglesia sirve al hombre en Cristo y a Cristo en el hombre:
La razón de ser de la Iglesia, a la luz de su realidad sacramental en Cristo, es el servicio. Si Cristo ha venido al mundo para servir y no para ser servido (Mt.20,28; Luc. 22,27) así será necesariamente para la Iglesia, que en Cristo tiene el modelo de su dimensión interior de servicio, en su sentido más profundo, la Iglesia es portadora de Cristo y lo ofrece a la humanidad, la Iglesia entera está al servicio de la humanidad, de ese modo cumple el servicio más grande que se pueda realizar por el bien del hombre de hoy, transmitir el amor inmenso y maravilloso de Dios al hombre.
El Verbo encarnado nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, es el mandamiento nuevo del amor. Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles. Cfr. G.S. 38
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