Por: Adriana Romero
Los orígenes de la advocación Reina de Los Ángeles se remonta a la orden franciscana, concretamente a San Francisco de Asís, quien en el siglo XIII según dice la tradición, por mandato de Dios –“Repara mi Iglesia”, toma la “Porciúncula” templo de una construcción antigua, pero descuidada y abandonada, para repararla.
Cuando San Francisco entro al lugar, se arrodilló, inclinó su cabeza y oró, mas cuál fue su sorpresa cuando al levantar su mirada, vio una luz brillante arriba del pequeño altar, ahí estaba Jesús con su Santísima Madre rodeados de Ángeles, empujado por su fervorosa devoción, repara y dedica la capilla a la santísima Virgen María. San Francisco gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, gracias a esto y a su especial amor por la Madre de Cristo eligió este lugar como su predilecto nombrándolo Santa María de los Ángeles.
Es aquí donde la misericordia de María se manifiesta, ya que Francisco pide a Jesús que todos los que vayan ahí con verdadero arrepentimiento de sus pecados, se confiesen y el sacerdote les otorgue el perdón, obtengan la indulgencia que perdone todos sus pecados, narran que Jesús se queda callado ante esta petición, por lo que Francisco recurre confiado al amor de María y le dice “ Santísima Madre y abogada de la raza humana intercede por nosotros", entonces María miro a Jesús con una dulce sonrisa, a lo que Jesús contesto que le daría lo que pedía si iba con el PAPA y le pedía que el aprobara la indulgencia. Ese tipo de indulgencia solo se le había concedido a la tumba de Cristo, a la de San Pedro y San Pablo y a los que participaban en las cruzadas, por lo que Francisco pensaba que a una humilde capilla no se la darían, oró arduamente a Nuestra Señora de los Ángeles, cuando llego con el Papa suplico que le concediera la indulgencia, el Papa pregunto por cuantos años quería la indulgencia y Francisco elevó una oración y dijo "Yo deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios concede en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habiéndose arrepentido sinceramente, confesado y habiendo recibido la absolución, obtenga el perdón todos los sus pecados, y las penas temporales de ellos en este mundo y en el purgatorio, desde el día de su Bautismo hasta la hora en que entren en esa Iglesia". Aunque no era la costumbre conceder estas indulgencias, movido por el Espíritu Santo el Vicario de Cristo la concedió, no sin restricciones, ya que solo se puede llevar a cabo el 2 de agosto, desde las vísperas de ese día hasta las vísperas del siguiente día.
Es así que con la concesión de esta indulgencia y San Francisco de Asís nace la devoción a la reina de Los Ángeles convirtiéndose en la advocación más importante de la orden franciscana.
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