Por: T.G. Luz de Lourdes P.
Anteriormente comentamos que la “Oración” es un diálogo amoroso con Dios, es abrir nuestro corazón al padre que nos ama y desea nuestra felicidad.
Para hablar con alguien que me ama, no existen formatos, ni fórmulas establecidas, son los sentimientos de amor, ternura, agradecimiento, paz, respeto, alegría, confianza, etc. los que me motivan para que yo quiera compartir lo que hay en mí.
De la misma forma podemos hablar con el Dios vivo y real, el ser que me conoce, que se alegra y espera que yo le hable, que le comente mis penas, mis preocupaciones, mis angustias, así como también mis alegrías, mis logros, mis proyectos. Mi Dios y Señor me comprende y sabe perfectamente todo lo que me pasa. Me respeta tanto que actúa cuando me acerco y lo invoco. Es lo único que me toca hacer, acercarme con humildad y lleno de fe sabiendo que Él me conoce, me escucha y me ama.
¿Qué es lo que hago cuando me acerco con alguien que quiero que me escuche? Primero, saludo y agradezco la disposición que tiene para hablar conmigo, de la misma forma puedo iniciar mi oración, recordemos el ejemplo que nos da Jesús cuando habla con su Padre:
Saludo: Padre Nuestro…
Reconoce al ser supremo: Santo es tu nombre…
Se pone en sus manos: Hágase tu voluntad…
Hace peticiones: Venga a nosotros tu reino; danos el pan de cada día; perdona nuestros pecados; no nos dejes caer… líbranos del mal. (En estas peticiones pedimos por lo material, pedimos que nos perdone, pedimos su gracia, pedimos la salvación).
Otro ejemplo es el Ave María, el Ángel Gabriel nos enseña:
Saludo: Dios te salve María.
Reconocimiento: Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres…
En la segunda parte los primeros cristianos continuaron este saludo.
Se ponen en sus manos: Santa María madre de Dios intercede, ayúdanos (sabemos que ella es intercesora, a Jesús llegamos por María).
Peticiones: Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Recuerda, son sólo ejemplos. Tú puedes hacer tu oración como salga del corazón.
Algo que me parece muy importante es lo que nos enseña Jesús en su oración del huerto, (posteriormente veremos que es una oración de petición) “no se haga mi voluntad sino la tuya”. Debemos ser humildes y reconocer que Dios sabe lo que hace, aunque yo no comprenda por qué no me complace en algunas cosas que pido.
Cuando hay amor y confianza en Dios, en Jesús, en María o en los santos, la oración brota espontánea como el agua de un manantial. Necesitamos recobrar la sencillez para hablar con Dios como el mejor de los Padres o el mejor de los amigos que siempre quiere escucharnos con atención y con gusto.
En nuestra parroquia se ha hablado sobre la defensa de la vida, qué te parece hacer una oración con este tema, ¿te animas a compartirla con nosotros? Ayúdanos, estamos aprendiendo a orar, anímate, si es así, puedes hacerla llegar a través de Facebook,
A mí me gustaría hacer mi oración por la defensa los niños no nacidos.
Recordemos al profeta Jeremías:
EL SEÑOR ME HABLÓ ASÍ:
ANTES DE FORMARTE EN EL VIENTRE DE TU MADRE TE CONOCÍ;
ANTES QUE SALIERAS DEL SENO
TE CONSAGRÉ,
TE CONSTITUÍ PROFETA DE LAS NACIONES.
Jer 1,5
Comparto:
Señor Jesús, tú que fuiste un niño muy amado
en el hogar de Nazaret, junto con María y José
danos la gracia de defender la vida de los más pequeños,
los más indefensos, los más frágiles.
Inunda, Señor, nuestros corazones de amor y generosidad infinita
para respetar la vida de los no nacidos.
Amén
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