POR: ANTONIO TOLENTINO
La educación es una responsabilidad que todas las personas compartimos. El ser humano está llamado a desarrollarse para afianzar su identidad y alcanzar su plenitud, lo cual no se puede lograr sino en la mutua relación, pues fuimos creados para vivir y crecer con los demás y para los demás.
Por la Encarnación, Dios vino a nuestra historia, asumiendo Él mismo todo lo humano y descubriéndonos que su Persona es “camino, verdad y vida”. En este contexto, la Iglesia continúa la misión de su fundador acompañando a los creyentes y prestando un servicio a toda la sociedad en este proceso permanente de búsqueda y conquista de su realización, conforme a las exigencias de su dignidad y a las oportunidades de cada época y situación cultural.
Por ello, los obispos mexicanos, después de dialogar con numerosos actores de la vida social –especialmente los dedicados a la educación–, invitan a todos a participar con la mayor seriedad y prontitud en la respuesta a este gran desafío que a nivel mundial se reconoce como una emergencia educativa.
Los efectos de esta emergencia educativa se manifiestan en un sinnúmero de realidades sociales, económicas, políticas, culturales y, también, religiosas que estamos padeciendo.
Fuente: EDUCAR PARA UNA NUEVA SOCIEDAD, CEM.
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