Por: T.G. Lourdes Palencia
Dignidad, respeto, virtud, pureza, bondad, obediencia, eran algunos de los valores que debían practicar las damas medievales. La mujer de esa época era una persona de segunda categoría y dedicada al servicio de la familia, pero les cuento que hubo grandes mujeres que no conformes con el papel que les dio la sociedad de ese momento se esforzaron por vivir ideales que las acercaran a su Señor Jesús. Practicaron valores y virtudes que ayudaron a la gente de su tiempo.
Reconocidas hasta el día de hoy, recordamos a Santa Hildegarda que nació en Alemania, científica, médica, bióloga, compositora musical y entregada a Dios y a sus hermanas.
Santa Juana De Arco, defensora de Francia, hija de un campesino que se destacó por su valentía y obediencia a Dios, salvando a su patria de los invasores.
Y qué decir de la gran dama de Asís, discípula de San Francisco, Santa Clara, virtuosa, solidaria con los pobres, discreta, humilde, afable, prudente. El Papa Alejandro IV, en la bula de su canonización, la define como vaso de humildad, joyero de castidad, ardor de caridad, dulzor de benignidad, vigor de paciencia, lazo de paz.
Como vemos, los valores cristianos nos acercan a Jesús y por tanto a la felicidad, la plenitud, la satisfacción en fin a una vida llena de felicidad y amor.
Te invito a convertirte en una dama y un caballero de Cristo con un sólo ideal “dar todo lo bueno que me ayude a madurar, a crecer como persona para más amar y servir a Dios”, logrando así la felicidad.
Objetivo: Abrirse y motivarse a vivir los valores cristianos que nos acercan a Dios. Prepararnos para ser mejores seres humanos logrando como resultado tener un mundo más habitable, seguro, justo y menos violento.
ACTIVIDADES:
a) En la figura de caballero o de dama dibuja tu cara y ponle tu nombre.
b) Escribe en las líneas qué valor crees tener y bajo la línea con mayúsculas el valor que te gustaría adquirir.
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