Por: Arturo Lara
Vestido, sustento y Santo Sacramento.
En esta fecha de fin de año muchos nos acogemos a la voluntad de múltiples amuletos, olvidando la devoción a la divina providencia, pero para empezar tendríamos que saber que es esa devoción, no como aquel chiste de la anciana que le dicen pídale a la divina providencia y ella contesto, ¿cuál es esa virgen?
La divina providencia es el acto más sublime de confianza de nosotros hacia Dios, la acción de Dios en el mundo que rige de forma misteriosa, dejar descansar nuestra vida en el, confiando en que de verdad el proveerá y no en planes supersticiosos como colores de atuendo, rituales etc. No debemos confundir la providencia de Dios como un acto de buena suerte.
El acto de confianza a Dios no debe ser condicionado a que solo nos vaya bien o contemos con dinero, altas ventas, buenos negocios etc. Pues Dios no existe en base a nuestras necesidades sino mas bien nosotros ser quienes demos un paso adelante y decir, ¿Qué es lo que tu quieres de mi Señor?
Para comprender más esta devoción recomendaría leer el libro de Job.
Nuestras penas parecen de juguete a comparación a las de Job y sin embargo el es fiel a la providencia de Dios bendiciendo su nombre en las buenas y en las malas.
Pregunta: ¿ Tu bendices el nombre de Dios cuando te va mal como Job o solo cuando te va bien?
En resumen, debemos encomendarnos a la divina providencia, a que no faltara lo necesario, pero estar conscientes que él es Dios, y Dios no es un amuleto, acatado siempre su divina y misteriosa voluntad.
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